LO QUE NOS QUEDA ES ADAPTARNOS CON INTELIGENCIA
de https://ELPAIS.COM/elpais/2018/04/13/opinion/1523620994_139801.html?id_externo_rsoc=FB_CC
Hubo una vez en España una generación, de la que aún quedan (quedamos) algunos supervivientes, que por haber nacido poco antes, durante o poco después de la Guerra Civil fue bautizada como la de los niños, luego hijos, de la guerra. Algunos hermanos mayores de esa generación, los nacidos entre 1930 y 1939, cuando llegaron a la edad de la razón política, se presentaron en la escena pública dispuestos a clausurar la guerra de sus padres y abuelos calificándola, en un manifiesto elaborado en Barcelona, de “inútil matanza fratricida”. Lo hicieron reclamando no una nación verdadera, formada por un solo pueblo, sino un Estado democrático, garante de las libertades que con la victoria de los rebeldes habían quedado destrozadas.
Fue, por esa razón, y contando desde principios del siglo XIX, la primera generación de españoles más preocupada por el Estado que por la nación, quizá porque la identificada como nación española única y verdadera había sido secuestrada por los vencedores; o tal vez porque la libertad importaba más, infinitamente más, en los años cincuenta o sesenta que la identidad española o que el sentimiento de pertenencia a cualquiera de las posibles Españas.
No hay más que leer los manifiestos con que fueron sembrando su paso por la política y la sociedad de aquellos años para percibir que a esa generación, o a sus miembros políticamente más activos, les traía mayormente sin cuidado la nación española, que para nada aparecía en sus protestas y reivindicaciones.
Esa generación, al ir alcanzado lo que Ortega llamó la mitad del camino de la vida, los treinta años más o menos, encontró en Cataluña el espejo en que mirarse, pues fue allí donde más avanzado iba el proyecto de Estado al que aspiraba. En Cataluña era, en efecto, desde finales de los años sesenta, donde las mesas redondas en las que se sentaban desde comunistas hasta católicos, pasando por nacionalistas de izquierda y derecha e incluyendo a socialistas y liberales, marcaban el camino hacia un encuentro de todas las fuerzas políticas que pudiera plasmarse en un programa de acción firmado por partidos y sindicatos de todo tipo y procedencia.
Allí fue donde germinó y donde más adelantada estaba la convicción de que a la dictadura solo podría sustituirla un pacto entre demócratas, al modo en que surgió la Assemblea de Catalunya. Cataluña y pacto con vistas a la construcción de un Estado español democrático que garantizara las libertades individuales y colectivas y la autonomía de todos los pueblos, regiones o nacionalidades de España eran, a nuestra mirada, una y la misma cosa.
Es dramático que unos jueces alemanes no vean un delito equivalente a la alta traición
Este fue el proyecto que acabó triunfando en los duros años de lo que, con toda razón y basado en lo que ya era una larga tradición, llamamos transición a la democracia. Fue un pacto en el que los catalanes —comunistas, socialistas, nacionalistas, democristianos, liberales— desempeñaron un papel fundamental. Las voces de Jordi Pujol, Jordi Solé Tura, Joan Reventós, Miquel Roca o Anton Cañellas, y hasta Heribert Barrera, además de sostener ese pacto, fueron las de sus más fervientes —pues algo de fervor había en sus discursos— defensores. Por un momento, pareció como si la ya vieja aspiración de Pere Bosch Gimpera, la de concebir España como una comunidad de pueblos en la que catalanes, vascos y gallegos, pero también castellanos, andaluces, manchegos y todos los demás aparecieran fraternalmente unidos, estuviera a punto de convertirse en realidad.
Agua pasada no mueve molinos, se podrá decir. Y así es. Pero tampoco tiene por qué bloquearlos ni destruirlos. Los molinos allí pueden quedar, señalando parte del camino que hemos recorrido hasta llegar…, hasta llegar ¿adónde? A unos aciagos días de septiembre y octubre, 40 años después, cuando en un Parlamento en el que habían alcanzado una escueta mayoría de escaños sostenidos en una minoría de votos, los nacionalistas catalanes quebrantaron gravemente el pacto que habían sellado, rompiendo con su propio pasado, que era el pasado de todos, y siguiendo la peor tradición política española, se pronunciaron por la independencia violando la Constitución que habían sellado y el Estatuto de Autonomía que les había permitido gobernar legítimamente durante 40 años.
Pues un pronunciamiento civil fue lo que denominaron Declaración Unilateral de Independencia. Hasta entonces, en España, quienes se pronunciaban eran militares, un poder del Estado siempre dispuesto a quebrantar el curso de la política hasta su esperpento final, un día de febrero de 1981. Porque era una exclusiva militar, pronunciamiento significa, en el DRAE, “alzamiento militar contra el Gobierno”, pero desde octubre de 2017 habrá de significar también la liturgia civil seguida por los nacionalistas catalanes que, como titulares legítimos de un poder de Estado, se alzaron no ya contra el Gobierno, sino contra el Estado cuyo poder ostentaban.
El Parlamento catalán añadió a la figura del pronunciamiento un carácter civil
Lo ocurrido en Cataluña nunca habría sucedido si los nacionalistas no hubieran dispuesto durante décadas de un poder de Estado y de abundantes recursos públicos para organizar la sedición y alzarse contra el mismo Estado al que debían su poder y su lealtad.
Es absolutamente risible, si no fuera dramático, que unos jueces de un land de Alemania no encuentren en el pronunciamiento catalán un delito equivalente a la alta traición porque los presuntos rebeldes no doblegaron al Estado. Pues claro que no lo doblegaron; si lo hubieran conseguido, como fue el caso del general Primo de Rivera en 1923, serían ellos los que someterían a juicio o a destierro a quienes se hubieran resistido a sus pretensiones. Fracasaron en su empeño, como ocurrió con el general Sanjurjo en 1932, hecho prisionero y sometido a consejo de guerra por la República contra la que se pronunció, como serán también sometidos a consejo de guerra por una democracia todavía frágil los generales Armada y Milans del Bosch y los secuaces que protagonizaron el último intento de pronunciamiento militar.
Último hasta que otro poder del Estado, el Parlamento catalán, añadió a la figura del pronunciamiento un carácter civil. Esta es la alta traición al Estado, a su propia historia y a más de la mitad del pueblo catalán, al que dicen representar, por la que habrán de ser juzgados por un tribunal civil los nacionalistas catalanes que la cometieron y no consiguieron con su acción doblegar al Estado.
Santos Juliá es historiador.
Me gustaría saber de que sirve por ejemplo Lexnet cuando los funcionarios convierten y vuelcan en papel todo lo que reciben por vía telemática. Es completamente absurdo. O tramitar ante el Registro de la Propiedad por vía telemática también una solicitud de nacionalidad por residencia cuando los trabajadores del Registro imprimen toda la documentación que reciben para entregársela al registrador y que la firme. Son las típicas cosas de la Administración que te soliviantan y te hacen pensar que estamos en un país de idiotas.
Un cordial saludo.
Completamente de acuerdo. Nunca he gastado más papel que desde se implantó lexnet. Es el mundo al revés. Cualquier copia los juzgados te la exigen en papel (¿?).
Resulta difícil de entender el hecho de que hace más de quince años que en muchos departamentos de la Administración existe acceso a internet y en esos mismos departamentos no se utilice habitualmente la gestión informática de los asuntos relevantes para los ciudadanos.
¿Para qué entonces utilizamos los medios telemáticos, cuánto nos cuesta al erario público, cómo se utilizan estos medios y qué función están cumpliendo en la actualidad?
Contemplar y volver a contemplar y seguir contemplando (algo así como el villancico de ” beben y beben y vuelven a beber) las fotos y el breve texto que para cada una aparece. No añado nada más salvo – porque es de justicia- decir: genial, maestro.
Hay algo que me llama la atención y es el desigual grado de implantación de la administración electrónica. A modo de ejemplo, resulta que en la actualidad las personas jurídicas, y otros interesados, están obligados a comunicarse electrónicamente con la Administración (no todas las Administraciones tienen una sede electrónica que permita dicha comunicación). Resulta que para estos trámites es imprescindible el poder notarial que acredita la representación legal y no existe en el Notariado este tipo de poderes electrónicos (salvo por conducto interno). ¿Cómo justifica documentalmente una persona jurídica su representación si aún no funciona debidamente el registro electrónico de apoderamientos? ¿Cómo se bastantean, en los casos preceptivos, dichos apoderamientos?
Creo que los notarios deberían empezar a emitir poderes notariales electrónicos. No creo que sea muy difícil y facilitaría muchas gestiones
Espero que el autor no haya redactado su artículo bajo la influencia de sustancias susceptibles de alterar los estados de conciencia :-))))
El mucho estudio calienta el seso.. como El Quijote😊👍
Como diría Carlos Castaneda en “Las enseñanzas de Don Juan”
Efectivamente la era tecnologica y la ley, plantean retos a la justicia. En Mexico, la situacion es que aun no se ha hecho uso de los nuevos mecanismos electronicos para la imparticion de justicia. les dejo el link de un post de mi autoría http://tuabogadoenvivo.com/anacronico-sistema-notificaciones-mexico/
Aquí un convencido de la administración electrónica.
Yo he renovado está semana la licencia de armas sin moverme de casa, salvo para el psicotécnico.
Me apunté a unas pruebas selectivas, realice la declaración de la renta.
Ya no tengo impresora en casa.
Eso sí, todo a base de luchar contra los elementos.
Pero nadie nos dijo que iba a ser fácil.
La ventaja, un viaje que me ahorro a Cangas de Onís, la perdida de una mañana de trabajo y las externalidades positivas, como menos emisiones contaminantes u otras.
En fin, no hay que desanimarse.
Y ya llevo 20 años de funcionario en el Principado, con lo cual razones no me faltan para ello.
En este sentido la AGE tiene buena desarrollo tecnológico.
Mi consejo de siempre, navegador Explorer y Windows vista, 10 u otro moderno.
Saludos