de http://www.IUSTEL.COM/diario_del_derecho_municipal/noticia.asp?ref_iustel=1167948
El Gobierno vuelve a desaprovechar la ocasión de aumentar los controles en la Administración Local
30 NovDiputación de León aplica por fin la Ley de Memoria historica y anula diversos Acuerdos de honores a Franco y otros
26 NovEn el boletín oficial de la provincia del 16 de noviembre viene publicado el Acuerdo por el que se dejan sin efecto diversos acuerdos . Entre ellos los de 21 de julio de 1939, 11 de julio de 1945, 25 de junio de 1960, y 30 de octubre de 1964, por los que, respectivamente, se nombra al Jefe del Estado, Generalísimo Francisco Franco Bahamonde, hijo adoptivo de la provincia y presidente honorario de la Diputación, y se le concede la Medalla de la Provincia, en su categoría extraordinaria, y la Medalla Provincial del combatiente
Asimismo aprueba adoptar el compromiso de que cuando cualquier miembro de la corporación, grupo político provincial o ciudadano comunique la existencia de objetos o menciones, que afecten al elenco competencial de la Diputación y que pudieran estar incluidos en el ámbito de aplicación de la Ley de Memoria Histórica, se trate por la Junta de Portavoces para la tramitación que proceda.
AFECTOS
26 Nov
A N. E., cuya larga conversación un sábado noche me inspiró este “afectuoso” artículo.
Bertrand Russell (1872-1970) escribió “El hombre feliz es el que vive objetivamente, el que es libre en sus afectos y tiene amplios intereses, el que se asegura la felicidad por medio de esos intereses y afectos que, a su vez, le convierten a él en objeto de interés y el afecto de otros muchos”.
El afecto es, desde luego, una necesidad emocional (no una emoción) que fluye entre las personas como algo que se da y se recibe repercutiendo de manera positiva en nuestro sano desarrollo psicológico pues tiene mucho que ver con el interior y, de manera especial, con el corazón. No deja de ser, al fin y al cabo, una necesidad primaria del ser humano, la expresión de un sentimiento de una persona hacia otra que se manifiesta en las más variadas actitudes de cariño, aprecio, respeto, cuidado, ayuda o comprensión las cuales, todo hay que decirlo, no podrían llevarse a cabo sin un esfuerzo previo.
En ese sentido, convendría recordar que la razón – a priori fría y cartesiana – tiene también una raíz sentimental, no necesariamente irracional. Por lo tanto, y como muy bien apunta el célebre filósofo y matemático británico, los afectos deberían ser un aspecto fundamental en nuestras vidas si queremos aspirar a ser felices. Sin embargo, son casi con total seguridad una de nuestras dimensiones menos cultivadas. ¿Por qué?
Entre otros muchos aspectos nefastos, los últimos tiempos nos están dejando como herencia envenenada en la psique colectiva justamente una grave alteración de las relaciones afectivas, traducida en insensibilidad crónica, falta de empatía, manipulación emotiva, cobardía frente al poder a la par que ensañamiento con los más débiles…un cuadro clínico, en definitiva, próximo a la psicopatología y como para poner los pelos de punta al más sensato. Diríase, en efecto, que en este “período de interregno” (donde agonizan los estados-nación, pero no termina de configurarse la definitiva comunidad global) el ultracompetitivo modelo socioeconómico vigente (en el que apenas existe espacio para la solidaridad pues se nos insta a ser egoístas y materialistas incluso hasta para que la propia economía funcione y en el que cada individuo debe resolverse él solito las necesidades que antes le cubría el Estado) estaría contribuyendo sobremanera a sacar lo peor de nosotros mismos.
La cruda realidad es que esta sociedad se asienta sobre bases falsas, crece a partir de raíces malsanas. Básicamente porque nuestro entorno inmediato no se preocupa de ahondar en el alma de nadie. Por poner un sencillo ejemplo, podemos observar como las conversaciones que se desarrollan a nuestro alrededor se asemejan bastante más a monólogos colectivos en voz alta que a cualquier otra cosa, en los cuales raras veces se llega a comprender lo que sucede en el interior de los demás pues a decir verdad casi nunca son (o somos) escuchados. Hemos pasado de utilizar cosas y querer personas a querer cosas y utilizar personas. Y francamente, a lo que se ve a diario, no parece que hayamos ganado con el cambio, pues las cosas más importantes en esta vida no son precisamente “cosas”. Ante tal panorama, ¿cómo no va a haber hoy un montón de gente aquejada de gravísimos problemas psicológicos y afectivos? Bien pensado, lo extraño sería lo contrario.
Porque si algo nos enseña (o debería enseñar) el paso del tiempo es precisamente eso, la importancia de los afectos y la fragilidad de los mismos. Aunque por desgracia a muchos que están en este mundo por haber de todo les tenga que ocurrir algo muy gordo para que se les encienda la bombilla del cerebro y se den cuenta de ello casi siempre demasiado tarde.
Así pues, y sin olvidar que también podemos ser heridos, no seamos tacaños con los sentimientos hacia quienes merecen la pena y disfrutemos intensamente de cada encuentro con nuestros seres queridos. No siempre estarán ahí.
RICARDO HERRERAS
ESPAÑOLES, GRAN HERMANO HA MUERTO
19 Nov
Hoy me siento profundamente “consternado”. Me acabo de enterar por la prensa de que el que estaba llamado a ser el mayor reality de todos los realities televisivos habidos y por haber del mundo mundial y casi una de las señas de identidad de la Marca España, Gran Hermano Revolution, se ha pegado un bajonazo de audiencia de campeonato con respecto a las 17 (nada menos) ediciones anteriores (sí, parece que esta vez Puigdemont y cía. les robaron el primer plano de actualidad).
De acuerdo con los últimos datos, el archiconocido programa de Telecinco estaría bajo mínimos por no decir que habría entrado en coma terminal, perdiendo fuelle cada semana que pasa y regalando a sus detractores los registros más bajos de su historia. Tanto, que sus máximos responsables y al ver fracasadas esas estratagemas con las que han intentado a la desesperada reenganchar, a lo que se ve sin éxito, a la audiencia – Vips en una edición de anónimos, “repesca” en diferido, visitas inesperadas, nominaciones secretas o a la cara de una a otra semana, salvaciones que aparecen y desaparecen…ya puestos, ¿por qué no invitar a la autoproclamada “reina del pueblo” a rajar de la Campanario? – se están planteando incluso un “período de descanso” tras años de exitosas e ininterrumpidas emisiones.
Vamos, que lo que no ha hecho el buen gusto lo debe estar haciendo el aburrimiento y la incompetencia. Pero, con todo y con eso, por más vueltas que le doy, sigo sin explicarme cómo ha sido posible tamaña deslealtad catódica con el programa estrella de la cadena del inefable Silvio Berlusconi, a quien, por cierto, nunca “agradeceremos” suficiente (grazie mille, Cavaliere) sus denodados esfuerzos en este tiempo por hacernos alérgicos a esos documentales, reportajes y películas coñazo de la 2 que lo único que intentan es invitarnos a pensar, con lo cansado que resulta.
Y ello sin contar los “valores” éticos y estéticos que los estrambóticos participantes (chonis sobremaquilladas y/o sobretatuadas, horteras irredentos, paletos hipertrofiados, poligoneros desaprensivos y frikis varios) de dicho show están inculcando en nuestros jóvenes (muchos de los cuales aspiran como profesión a ser “tronistas” y concursantes en vez de estudiar carreras universitarias: ¡para que luego digan que no tenemos emprendedores!) y no tan jóvenes o que merced a los bolos veraniegos de las efímeras celebrities surgidas como las setas del mismo haya en España (todavía) más bares y discotecas que en todos los Estados Unidos de América juntos.
De verdad, creo que no somos conscientes de la que se avecina, pues el día en que este otrora adictivo programa apología del egocentrismo, la mala educación, el barriobajerismo y la promiscuidad del que solo salen victoriosos o los más lerdos o los más falsos o los más bestias y otros parecidos que matan neuronas a cascoporro desaparezcan de la pantalla corremos el serio peligro de que se dispare el coeficiente intelectual de los españoles. Y a ver entonces cómo distraemos a tanto cotilla ocioso adicto a la farándula de los verdaderos problemas que van a estallar aquí en un futuro no muy lejano, a saber, las consecuencias del cambio climático y del envejecimiento poblacional, el sostenimiento del estado de bienestar y el cobrar una hipotética pensión con estas cotizaciones de miseria, etc., etc.
Lo dicho, que se me saltan las lágrimas solo de pensarlo. Claro que, estrujándose las meninges, siempre se podrá inventar algo nunca visto hasta ahora (show must go on) para tener al personal ahí bien pegadito a la caja tonta. Por ejemplo, así a bote pronto, se me está ocurriendo meter a ciertos políticos y presentadores/colaboradores de “Sálvame” en la casa de GH y luego prenderle fuego…sería apoteósico.
RICARDO HERRERAS
EL OLVIDADO REINO DE LEÓN. Las diecisiete comunidades autónomas han creado una historia a su medida
18 Novde https://www.ELINDEPENDIENTE.COM/tendencias/2017/11/04/reino-leon/
Si buscamos a León en un mapa de España, la primera referencia que encontraremos será la comunidad autónoma de Castilla y Léon. Ésta, la más extensa del país, abarca un territorio más grande que Portugal, e incluye nueve provincias. León es una de ellas, y ocupa la esquina noroccidental. Ya el propio nombre de la comunidad autónoma nos indica que nos encontramos ante un caso atípico: gracias a la existencia de la “y” copulativa es fácil deducir que estamos ante una autonomía doble, o dúplice, compuesta por dos regiones (al menos teóricamente).
En cualquier caso, resulta claro que administrativamente León sólo es el apellido de una comunidad autónoma y una provincia, lo que no le otorga especial relevancia en el panorama estatal. Pero la cosa cambia si atendemos a los símbolos nacionales de España: en el escudo León ocupa el segundo cuartel, lo que quiere decir que es el segundo territorio en importancia, sólo por detrás de Castilla. Contra lo que mucha gente piensa, el símbolo heráldico aquí no representa a la mencionada provincia, sino al reino de León en un sentido amplio, incluyendo a las provincias de Zamora y Salamanca, pero también a Asturias, Galicia, Extremadura y Andalucía occidental. Y es que en la Edad Media el reino de León abarcó los citados territorios, además de muchos otros, como Castilla y el norte de Portugal. A pesar de ello, muchos españoles ignoran incluso su mera existencia.
Cada una de las diecisiete comunidades autónomas se ha creado una historia a su medida
¿A qué se debe que un reino de tanta importancia histórica se haya visto relegado al olvido? La respuesta podría resumirse en una palabra: debido al presentismo, que es la fea costumbre consistente en trasladar al pasado los marcos administrativos del presente. En España el presentismo se ha hecho omnipresente desde la fundación del estado de las autonomías, de tal manera que cada una de las diecisiete comunidades autónomas se ha creado una historia a su medida. Esto es más evidente en los numerosos casos en que estas comunidades no responden a ninguna región histórica preexistente. Pero con León se ha dado justamente el fenómeno contrario: al no alcanzar su propia autonomía, y al quedar mezclada con Castilla la Vieja, su historia ha quedado relegada al olvido e incluso a la manipulación desde entidades autonómicas. Si hojeamos cualquier libro de texto de Castilla y León, sólo se habla de Castilla, y apenas se cita ningún aspecto del reino de León.
Hagamos un rápido repaso a la historia de este reino. En el año 910 de nuestra era el rey García I trasladó la sede de la Corte desde Oviedo a León. No era la primera vez que se cambiaba la capital del reino: en los 188 años que habían transcurrido desde el levantamiento de Pelayo contra los invasores musulmanes, ésta había estado en sitios tan dispares como Cangas de Onís, San Martín del Rey Aurelio, y Pravia, para quedar finalmente establecida en Oviedo. Así que en aquel momento tal vez pudo parecer que la decisión de García I era un traslado más. Sin embargo, León fue la capital durante nada menos que 320 años. No es el momento ni el lugar para hablar de ello, pero el llamado reino de Asturias y el de León conforman una unidad histórica a la que, sólo para mayor comodidad de los historiadores, se ha dividido en dos a través de este cambio de capitalidad en el año de 910.
¿Qué pudo motivar la elección de la ciudad de León hace 1107 años? Como razón más importante habría que señalar la herencia romana: en el año 74 d.C. el Imperio asentó a la VII Legión (Legio VII) en la confluencia de los ríos Torío y Bernesga, convirtiéndose desde esa fecha hasta el siglo V en la única legión en Hispania. Es decir, durante más de tres siglos el solar de la ciudad de León fue la auténtica capital militar de la Península. Este hecho debió perdurar en la memoria colectiva, y cuando el reino ástur llegó a controlar tan prestigiosa ciudad, sus reyes enseguida comenzaron a frecuentarla. Sabemos que ya Ordoño I (850-866) residió en León, si bien no habitó allí de forma permanente. Lo mismo puede decirse de Alfonso III “el Magno” (866-910), el último rey teóricamente asturiano: llevó la frontera hasta el Duero, usando las ciudades de León y Zamora como base para sus conquistas.
En cualquier caso, sólo tenemos la constancia del traslado de la capitalidad a León al comienzo del reinado de su hijo García I (910-914). Sin embargo, ésto no tuvo que ser visto como algo revolucionario en su tiempo, ya que la dinastía seguía siendo la misma, las instituciones seguían siendo las mismas, y el reino, en definitiva, seguía siendo el mismo. Pero, como hemos dicho, los historiadores, de forma tal vez un tanto arbitraria, y con anacrónicos criterios administrativos actuales, usamos esta fecha del 910 como año que marca el fin del reino de Asturias y el nacimiento del reino de León.
A pesar de que actualmente no suele aparecer en manuales ni en libros de texto, el reino de León protagonizó la Alta Edad Media de la Hispania central y occidental. En estrecha hermandad con Galicia, Asturias, Portugal y, en menor medida, Castilla, estuvo encabezado en múltiples ocasiones por reyes cuyos nombres aún resuenan en la dormida conciencia de los leoneses. Y es que León, haciendo honor a su nombre, muy pronto adoptó una actitud beligerante y combativa frente a los invasores musulmanes, realizando espectaculares avances en aquello que se ha dado en llamar Reconquista.
Como es lógico, durante sus más de tres siglos de existencia también sufrió épocas oscuras y cruentas guerras civiles, pero el reino de León tuvo la fortuna de contar con algunos de los reyes más poderosos de la Europa Occidental de la época: Ordoño II y Ramiro II, fustigadores del poderoso Abderramán III, al que vencieron en varias batallas; Alfonso V, que fue el primer rey hispano en dar fueros con sabor a libertad a las ciudades del reino hace ahora mil años; Bermudo III, el joven guerrero que hizo huir al engreído Sancho Garcés III, pero que murió a causa de su ardor bélico; Fernando I, el príncipe navarro que fue conde de Castilla y llegó a ser rey de León gracias a su esposa y a la muerte de su cuñado; Alfonso VI, el conquistador de Toledo, cuya figura ha quedado injustamente ensombrecida ante un Cid al que endiosaron los juglares y Menéndez Pidal; Alfonso VII, que llevó a su máxima expresión el título de Emperador de las Hispanias y que tuvo como vasallos a los demás reyes peninsulares; Fernando II, que supo domar al joven reino independiente de Castilla; y, finalmente, Alfonso IX, quien convocó las primeras Cortes de la historia en las que el pueblo llano tuvo representantes libremente elegidos, que creó la Universidad de Salamanca, y que reconquistó casi toda la Extremadura Leonesa a pesar de no haber sabido arreglar su sucesión en el trono.
Con los reyes leoneses resurge la idea de una Hispania unida bajo el cetro leonés
Muchos de estos monarcas leoneses se intitularon emperadores, pero no en el sentido que hoy le damos a tal palabra, sino con el significado de “rey superior a los demás reyes”, seguramente influenciados por la idea de ser los únicos continuadores de la monarquía visigoda. Los emperadores leoneses fueron reconocidos como tales por los demás monarcas cristianos de la Península, y con ellos resurge la idea de una Hispania unida bajo el cetro leonés.
A pesar de ello, León supo respetar las identidades y personalidades de los demás reinos que se encontraban bajo su égida, y de hecho de su seno surgieron dos estados independientes: Portugal y Castilla. Fue precisamente esta última la que en el año 1230, tras poco más de 80 años como reino independiente, y tras toda una plétora de avatares, absorbió al reino que le dio la vida, y acabó sumiéndole en un olvido que todavía hoy sigue sufriendo.
A pesar de ello, esta absorción no fue tan total como presumen algunos, ya que tanto Galicia como Asturias y León siguieron contando con instituciones, moneda y lenguas propias a lo largo de varios siglos. Mucho tiempo después de esa unión forjada por Fernando III, las Cortes de León y de Castilla se siguieron reuniendo por separado, y lo mismo ocurrió con las hermandades de territorios que fueron surgiendo en el siglo XIV. El reino de León aparece en todos los mapas antiguos de España desde el siglo XV hasta el año 1983: aunque su extensión varía según la época de la confección del mapa, la más frecuente abarca las actuales provincias de León, Zamora y Salamanca, así como la mitad occidental de Palencia y Valladolid.
Como última curiosidad cabe reseñar que el reino de León contó con una lengua romance propia: el leonés o asturleonés, que todavía hoy goza de cierta vitalidad en Asturias y en Miranda de Douro, si bien su situación en la región leonesa no es nada halagüeña, al conservarse tan sólo en rincones de comarcas como Laciana, Ribas del Sil, Cabrera, Cepeda, Aliste y Sanabria, así como algunos restos en las provincias de Salamanca y Cáceres.
Ricardo Chao Prieto es autor de Historia de los Reyes de León, (Editorial Rimpego)
NOSTALGIAS
12 NovQuienes somos nostálgicos nos parecemos un poco a esos locos que corren tras la brisa a fin de refrescarse con la misma. Dicen que la nostalgia es un sentimiento inútil; es posible, en cualquier caso yo personalmente admito que no puedo librarme de ella. Y mucho menos llegando determinadas fechas.
Porque ayer 11 de noviembre (festividad de San Martin o de “San Martino”) fue un día lleno de recuerdos. A buen seguro que las nuevas generaciones abducidas por todo lo que huela a multimedia no sabrán de qué estoy hablando, pero todavía hasta finales de los años 70´ en Mansilla de las Mulas se celebraba – ininterrumpidamente desde la Edad Media – la que era sin duda una de las más importantes y espectaculares ferias ganaderas a nivel nacional, nada que ver con el desangelado e impersonal evento multisectorial del presente.
Los que en ese tiempo éramos niños y vivíamos en pueblos cercanos contemplábamos, entre atónitos y embelesados, desde más de una semana antes y procedentes de todos los rincones de España, el interminable trasiego de incontables rebaños de ovejas merinas escoltadas por enormes perros mastines, vistosas reatas de mulos y asnos guiadas por altaneros mayorales a caballo, familias enteras que viajaban en carros engalanados bien cargados de productos hortofrutícolas o de la reciente matanza (es sabido que “A cada cerdo le llega su San Martín”) de ese marrano criado con tanto mimo en casa durante meses inundando literalmente el Camino Real Francés y la antigua calzada romana en dirección hacia dicha localidad leonesa.
A tan famosa cita anual en la enorme, abarrotada y colorida explanada junto a las murallas medievales de la villa no podían faltar aquellos entrañables tratantes (también llamados “muleteros” o “chalanes”, en su mayoría gitanos, enseguida distinguidos por su peculiar atuendo: blusa de tres cuartos negra, tralla en mano, cuerda terciada sobre los hombros, cabeza tocada con una gorra visera, boina o sombrero) y charlatanes (a los que recuerdo como bastante más simpáticos y en el fondo honestos que muchos de los dirigentes políticos que padecemos en la actualidad) intentando venderte los productos más extraños y variopintos con sus shows de labia incontenible. Ni la compra de la tradicional ristra de ajos para su siembra inmediata (“Por San Martino, el ajo fino”) ni mucho menos la muy agradecida degustación de ese riquísimo y típico plato de bacalao preparado al estilo mansillés, acompañado de cecina de chivo en los entrantes y regado con buen vino de la tierra.
Eran los últimos coletazos de un mundo rural ya condenado sin miramientos ni consideración al ostracismo desde por lo menos los años 60´, despreciado después para librarnos de nuestro vergonzante pasado pueblerino y subirnos así al tren de la modernez que trajo la también hoy cuestionada (sí, por aquello de “la división internacional del trabajo”, Alemania y Francia nos convirtieron, con la complicidad de algunos politicastros, en un “país servicios”, eufemismo que esconde la triste realidad de un “país de bares y chiringuitos playeros”) entrada en la entonces CEE, momento en el que fue apuntillado de forma casi definitiva.
Un mundo rural en ningún caso idílico, pero que se corresponde con mi infancia. Y quien ha vivido la infancia en un pueblo sabe lo especial que ello resulta. Quizás por eso rememoro ahora dicha época con una pátina de tenue nostalgia y esquiva benevolencia, como suelen hacer quienes – como un servidor – nunca hemos terminado de ubicarnos en ninguna parte al haber vivido a caballo entre los estertores de lo que despectivamente se tildó como “viejo” y entre el principio de lo que efusivamente se abrazó como “nuevo”.
RICARDO HERRERAS
La coartada para la nueva Ley 9/2017 de Contratos del Sector Público : tres nuevas Directivas ( no hay como echarle la culpa a Europa).
12 NovSísifo ante la nueva Ley 9/2017, de 8 de Noviembre de Contratos del Sector Público
CHIRBES O EL DOLOROSO FIN DE FIESTA
5 Nov
Los que de verdad son grandes siempre se nos van demasiado pronto. A mí en concreto el adiós de Rafael Chirbes (del que el pasado mes de agosto se cumplieron dos años) me dejó una extraña sensación de orfandad, al ser uno de mis referentes justo desde el mismo momento en que comencé a leer las primeras páginas de Crematorio, quizás su obra más representativa y/o conocida.
Porque el solitario, lúcido y descarnado escritor valenciano ha sido uno de los autores españoles contemporáneos que más certeramente ha definido nuestros males (corrupción generalizada, ausencia de verdaderos valores democráticos, explotación aceptada como sistema, etc.) endémicos y mejor ha retratado la realidad de nuestra historia reciente, esa que va desde la carnicería de la Guerra Civil hasta ahora mismo, pasando por la dura postguerra, la sacrosanta Transición o la luna de miel de los “felices” 90´ levantada sobre el boom del ladrillo.
Semejante empresa literaria (con títulos como La buena letra, La larga marcha, Los viejos amigos o En la orilla) fue construida a partir de nada complacientes mosaicos de vidas privadas protagonizadas por burgueses casposos, empresarios déspotas, sindicalistas vendidos al vil metal, obreros adocenados por el fútbol, nuevos ricos horteras esclavizados al teléfono móvil, cincuentones con síndrome de Peter Pan, adolescentes (ton)tuneados con más sesiones de gimnasio que cerebro…una fauna paleta y chabacana tras su aparente pátina de modernidad fácilmente reconocible por ser epítome del mal gusto, para más inri atiborrada de mezquinas miserias personales y en esencia movida por las pulsiones de la codicia, el ascenso social a cualquier precio y el hedonismo inane.
Ajeno siempre a los “juegos florales” postmodernos, farándula mediática y demás camarillas de favores literarios debidos, Chirbes erigió sin prisa pero sin pausa (en la mejor tradición realista patria, la que va de Pérez Galdós a Martín Santos) una obra mayor que nos obliga a mirar sin ningún atisbo de conmiseración una piel de toro degradada por demasiados esqueletos de hormigón, campos de golf arrebatados a hermosos espacios naturales, gigantescos invernaderos en los que literalmente se cuecen cientos de inmigrantes, cutres chiringuitos playeros, mega centros comerciales de colores chillones y puticlubs de carretera donde, con total impunidad, a lo largo de estos años se han ejecutado abusos sin cuento, ocultado innombrables delitos y lavado conciencias hasta acabar casi hoy con el llamado “estado del bienestar”, esa fiesta a la que en principio todos estábamos invitados y de la que ahora se está echando a golpe de recortes y empleo basura a los menos pudientes.
Una nación, en definitiva, arrasada y esquilmada tras los fuegos de artificio de la burbuja inmobiliaria en la que ya solo se amontonan derrotas dolorosas y esperanzas truncadas, conciencias anestesiadas por la telebasura y estómagos agradecidos, con únicamente margen o bien para competir en el gran festín de la indignidad o bien para sobrevivir en la precariedad más animalizada. Un panorama desolador que el de Tabernes de Valldigna disecciona a la manera de un cirujano con bisturí, no dejando títere con cabeza ni apenas asidero al que aferrarse.
Hay libros incómodos y nada complacientes que deben leerse como auténticas purgas. Los de Chirbes – preñados de amargura y pesimismo a la par que de honradez y autenticidad – son un extraordinario ejemplo de ello, pues nos hacen sentir A TODOS en mayor o menor medida responsables de la agonía, ausencia de referentes y falta de expectativas de los tiempos presentes.
Sin embargo, los mismos también nos enseñan que del fondo del cenagal bien podría surgir un atisbo de renovada vitalidad para el futuro, siempre y cuando claro está seamos capaces de aprender la lección y, especialmente, de comprender las razones que nos han traído hasta aquí. Desde luego, que nadie se llame a engaños: sin ese ejercicio de dolorosa reflexión personal va a ser imposible construir un mañana mejor para este extraño país de nombre España.
RICARDO HERRERAS
Por supuesto, con jerga inaccesible al común de los mortales: clasificaciones divergentes, diálogo competitivo, acuerdos marco, sistemas dinámicos, asociación para innovación, Mesa especial, Estrategia Nacional de Contratación,etc.
Todo un sudoku. Sólo comprender el ámbito de aplicación subjetivo y el encaje de cada modalidad de contrato merecería ser la prueba final de la NASA para ser astronauta.
Como siempre es mejor demoler que restaurar parcialmente, pues una nueva Ley al salón: La Ley 9/2017, de 8 de Noviembre, de Contratos del Sector Público.
Lo mas gracioso es la voluntad confesa del Preámbulo:”menor burocracia para los licitadores”, “mayor transparencia”, “simplificación…” pero ya cuesta frenar la carcajada cuando arranca el Tercer apartado del Preámbulo con esta declaración: “El sistema legal de contratación pública que se establece en la presente Ley persigue aclarar las normas vigentes, en aras de una mayor seguridad jurídica..”
El baile comienza: ponencias y cursos, dictámenes, órganos consultivos a informar, reclamaciones, denuncias, desorientación, instrucciones que interpretan otras instrucciones,etcMe dan pena los abogados, los opositores, los contratistas, las editoriales… Libros y artículos a la papelera, jurisprudencia enterrada, etc.
Me siento como Sísifo, castigado por los dioses a subir una enorme piedra por una colina, que cuando llegaba a la cima, se caía y tenía que volver a comenzar su trabajo.
¡ Me planto!. Hay vida mas allá de la Ley de Contratos. Tengo la sana intuición de que se puede legislar mejor, mas claro y mas eficaz… y con mas estabilidad. Algo me dice que en el ranking de calidad y simplicidad legislativa de contratos de los países de la Unión Europea estamos a la cola.
Y también me dice la intuición que la dicha dura poco al pobre, así que esta flamente ley intentaré “saltármela” y esperar que en breve el legislador apruebe una nueva. Economía procesal y mental. Pasapalabra, o pasaley.
Así que, salvo necesidad profesional puntual, emplearé mis energías en otras lecturas y aprendizajes, y dejaré que los sabios académicos, los abogados emprendedores, los opositores incansables y los funcionarios sin elección, procedan a estudiarla y aplicarla. Les felicito y si la quieren tener a mano, aquí está en libre descarga.
Suerte, que caballo viejo y cansado ya no galopa en la llanura de contratos.
P.D. Acertijo:¿ Esta tortilla fue contratada por el sistema dinámico, diálogo competitivo, o sencillamente se pidió, sirvió, degustó y todos contentos?